martes, 28 de junio de 2011

Recuerdos rivereños

Aquel día, en Sanlucar, vuestro primo Óscar estaba quemado, estaba realmente cabreado, cabreado de cojones, mientras veía a sus compañeros jugar a Magic. No había habido más que absurdeces a lo largo de todo el día, y todas provenían de un sólo individuo, un tipo peculiar que se había hecho con el control del día, un déspota que había hecho lo que quería con el pequeño grupo de amigos, cierto personaje que había llenado el viaje de insensateces, una tras otra, hasta el hastío de un amante de las insensateces, como vuestro Primo, un ente que podía rebasar los límites de la paciencia humana...




¡¡¡!!!









...y ahora ese sujeto se encontraba al lado de vuestro Primo, niños de mi corazón, y miraba, junto a él, cómo otros dos individuos jugaban a Magic.
"Ahora puedes estar tranquilo", pensé, "ahora no puede hacer nada. Deja que tu mente se relaje." Y le di una oportunidad. Sin embargo, justo en ese instante, -oh, Dios, ¿por qué tuve que pensarlo?-, el sujeto cogió uno de los dados colocados a la manera de contadores encima de un Caminante de Planos, que marcaba 6 puntitos, lo giró y lo volvió a colocar marcando 1 sin que nadie se diera cuenta, sin venir a cuento para nada, sin motivo alguno.

Giró la cabeza, me miró y sonrió tímidamente.





En el autobús de vuelta tuvo que recibir su merecido.

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